Why Knowing Your Numbers is the Ultimate Form of Self-Care

Por qué conocer tus números es la mejor forma de autocuidado

Ya sea que administremos un negocio o nuestras finanzas personales, todos hemos enfrentado esos momentos en que los números, los controles y los equilibrios nos obligan a una especie de autorreflexión incómoda.

En ese estado, es fácil dejar que la culpa y la culpa se apoderen de ti. Cada compra se convierte en un punto de tensión: tu saldo bancario baja y te preguntas: ¿Por qué cuesta tanto? ¿Fui descuidado? ¿Por qué no planifiqué mejor?

Culpamos a la economía, a nuestros gastos imprudentes, hasta que llega el día de pago. De repente, todo vuelve a ser manejable. Las facturas están cubiertas, recuperas la confianza y haces un cálculo rápido mental para calcular cuánto puedes gastar sin riesgos.

Y así, el ciclo comienza de nuevo.

Algunas personas viven toda su vida sin gestionar este ciclo frustrante y con el tiempo acaban con preocupaciones mayores, como la compra de una nueva casa o un coche, la jubilación, viajar o simplemente ahorrar para un día lluvioso.

Un estudio realizado por Pew Research Center muestra que, en promedio, alrededor del 54 % de los estadounidenses afirma tener conocimientos financieros. La disparidad se acentúa al comparar a los estadounidenses blancos y no blancos (58 % y 49 %, respectivamente) con los hogares de ingresos bajos (42 %), medios (56 %) y altos (72 %). Si bien todas estas cifras pueden resultar frustrantes y abrumadoras, quiero recordarles que sus conocimientos financieros no tienen por qué ser solo una estadística.

Primero, veamos la responsabilidad. ¿Cómo podemos lograrla sin autointimidarnos? Psicológicamente, estamos programados para creer que la responsabilidad implica culpar. ¿Qué tal si empezáramos a verla como nuestra forma de cuidarnos? Al igual que las rutinas de cuidado de la piel o de ejercicio, las integramos en nuestras vidas para mejorar nuestra salud general. Podemos aplicar la misma metodología a las finanzas. Con el tiempo, veremos que nuestra cultura financiera se fortalece y que nuestros saldos bancarios empiezan a parecer cada vez más relajados.

Las herramientas de presupuesto no son universales; para ser sinceros, las prioridades de cada persona son diferentes. Un buen comienzo es hacer una lista de todos tus gastos.

Al analizar sus gastos mensuales, clasifique cada uno en prioridad alta, media y baja. El sentido común indica que los gastos de vivienda, alimentación, servicios públicos y transporte son la máxima prioridad, ya que afectan a todos, independientemente de su nivel de ingresos. Una vez registrados estos gastos, reste su ingreso neto mensual para tener fondos disponibles para cualquier otro gasto del mes.

CONSEJO: Si revisas tu lista de gastos de prioridad media y baja y ves artículos de los que puedes prescindir, como una suscripción a Peacock o Paramount, date el tiempo de cancelarla y así tendrás tranquilidad. Ahora tendrás $8 de vuelta al mes. Es una cantidad pequeña, pero con el tiempo se acumula. $8 al mes son $96 al año, que podrías usar para pagar la tarjeta de crédito, la matrícula del coche, el pase municipal o el pase de autobús, o simplemente para pagar un café helado sin remordimientos.

Ahora, analicemos la realidad. Algunos calcularán $0 y otros $500 o más. Para quienes no tengan nada, recuerden que esto es cero después de cubrir TODAS sus necesidades básicas. Estudios de mercado muestran que el 57% de los estadounidenses viven al día sin recursos para gastos de prioridad media o baja. Este problema no es exclusivo de usted; usted forma parte de un problema mayor que todos podemos resolver de forma proactiva. Consulte mi próxima entrada de blog, "Economía Millennial para Todos", donde explico con más detalle los efectos de la economía actual en la clase trabajadora y cómo podemos contrarrestarlo, ganar más dinero y tener tranquilidad financiera.

Para quienes siguen leyendo porque les sobran entre $20 y $500 o más cada mes, ¡felicitaciones! Han superado el límite. Y no es poca cosa: un estudio de 2010 afirmó que las personas que ganan al menos $75,000 al año son significativamente más felices que quienes ganan menos. Sé que es una afirmación completamente obvia, pero vale la pena señalar que, en estos tiempos donde la felicidad se considera una unidad de medida, ya lo han superado.

Bromas aparte, si comparas el dinero que te sobra con gastos de prioridad media-baja: viajes, cenas, compras, eventos y toda la diversión de la vida, se convierte en otro proyecto abrumador que te genera casi tanto estrés como la primera tarea. Hay muchos métodos que puedes usar, pero el que yo he usado personalmente y recomendado a todos mis amigos y familiares es el método 60/40. Esto significa que el 60 % de esos fondos adicionales se destina al uso personal y el 40 % al ahorro. He sugerido que quienes quieran ahorrar más pueden invertir el guión y destinar el 60 % al ahorro y el 40 % al uso personal.

Para ser sinceros, hay muchísima gente que diría: "No, voy a usar todo mi dinero extra para AHORRARLO" o "Voy a usar todo mi dinero extra para GASTARLO". Les cuento que ambas opciones son válidas y dependen del criterio de cada uno. Pero si su objetivo es mejorar su cultura financiera, un estudio psicológico realizado por Christin Siegfried y Eveline Wuttke demuestra que los adultos que aplican la gratificación diferida en sus finanzas pueden reeducar su mente para tener una perspectiva más saludable de su situación financiera. Esto significa que, al crear un equilibrio justo (60/40) con su dinero extra, limitará la cantidad que tiene para gastar, pero también reeducará su mente para tener una perspectiva positiva de su salud financiera. ¡Es como una recompensa!

Seamos realistas: el dinero puede parecer una montaña rusa sin fin. Un minuto estás calculando cómo sobrevivir la semana con $12.47, y al siguiente estás planeando una escapada de fin de semana porque llega el día de pago y te sientes millonario. Pero la cuestión es que administrar tu dinero no tiene por qué quitarte la alegría de vivir.

Al dejar atrás la culpa, ser realista con tus prioridades y encontrar un sistema que te funcione (¡hola, método 60/40!), ya estás ganando. Piensa en la educación financiera como un nuevo hábito o pasatiempo: algo así como el cuidado de la piel, pero para tu bolsillo. No te convertirás en un experto de la noche a la mañana, y eso está bien. Lo importante es que estás empezando, lo estás intentando y le estás dando un aplauso a tu futuro yo por adelantado.

Así que cancela tu suscripción a ese servicio de streaming que olvidaste, celebra tu victoria de $8 y sigue construyendo un sistema que te permita vivir tu vida y sentirte bien. El dinero no tiene por qué ser aterrador; de hecho, puede ser empoderador, una vez que cambias el guion.

Tú puedes. Tu cuenta bancaria y yo te apoyamos.

Autor: Lili

Regresar al blog